Maria Dueñas

Llega a Venezuela el nuevo libro de María Dueñas: 'La Templanza' 3 julio

Es una obra ubicada en la segunda mitad del siglo XIX en Jerez, México y la Cuba colonial.

Después del éxito de El tiempo entre costuras y de su confirmación como una de las autoras más leídas en el mundo, María Dueñas regresa a las librerías con La templanza, una obra ubicada en la segunda mitad del siglo XIX en Jerez, México y la Cuba colonial. Una historia de coraje, intriga y pasión.

La templanza es una historia de segundas oportunidades y de personajes que se comen la vida con las manos. La obra trata sobre glorias y derrotas, minas de plata, intrigas de familia, viñas, bodegas y ciudades soberbias cuyo esplendor se desvaneció en el tiempo.

"Aquí vuelvo 150 años atrás a unos mundos que conozco, que aprecio pero que no son los míos, con lo cual ha sido la más trabajosa de las tres y quizá por eso sea de la que más orgullosa me siento ahora mismo porque ha sido un reto y un desafío", afirma la autora española.

María Dueñas es doctora en Filología Inglesa y profesora titular en la Universidad de Murcia, actualmente en excedencia. A lo largo de su carrera profesional ha impartido docencia en universidades norteamericanas y participado en múltiples proyectos educativos, culturales y editoriales.

Tras dos décadas dedicada a la vida académica, Dueñas irrumpe en 2009 en el mundo de la literatura con los bestsellers El tiempo entre costuras, a la que le sigue en 2012 Misión Olvido.

Noticia publicada en: El Universal
María Dueñas: «Tras el éxito de El Tiempo entre Costuras dijeron que me hundiría, no tuvieron buen ojo» 3 julio

Su nueva novela, 'La Templanza' está destinada a asomarse desde todos los capazos de playa de estas vacaciones. Una cosa habitual, Dueñas es como el rey Midas, no hace oro lo que toca sino lo que escribe. Reconoce que siendo escritora con éxito una se hace decentemente adinerada.

¿Usted tiene temple o se acalora con facilidad?

Por lo general soy bastante templada, hasta que me ponen en el disparadero.

¿Cómo se elige un nombre con fuerza para los personajes principales? Ya veo muchas niñas llamadas Soledad después de leer la novela...

Los nombres los elijo dándoles muchas vueltas, barajando distintas opciones, haciendo listas, tachando, añadiendo... No sé si llegarán muchas niñas llamadas Soledad, pero me consta que Siras ya hay unas cuantas.

Bueno, eso y que los viajes a México y La Habana van a aumentar, ya verá. 

Me parecería fantástico: son dos ciudades fascinantes que todo el mundo debería conocer.

¿Se enamoraría de Mauro Larrea? Fíjese, yo sí. 

Yo también, seguro.

¿Cuál es su tipo de galán deseado? ¿Y qué hombre rechazaría de lleno?

Hoy por hoy, mi galán es precisamente Mauro Larrea, un carismático minero arruinado que, en el momento más insospechado de su vida, se vuelve a enamorar. Y rechazaría a alguien con el carácter y el temple contrario al de mi protagonista, alguien blandito, cobarde y timorato.

Mauro es un rico minero, apuesta todo a una sola carta y pierde, intenta buscar una solución, pagar sus deudas y de paso no perder su estatus en México. ¿A las personas se les respeta más por el dinero que tienen?

Yo no, desde luego. Respeto a mi personaje por su carisma, por su coraje. Y lo respeto sobre todo cuando la vida lo fractura, lo deja arruinado y él pelea con uñas y dientes por salir adelante otra vez.

¿Todo el mundo puede escribir? No pregunto si tienen derecho a hacerlo, que obviamente sí, pero, ¿no es demasiado osado escribir sin saber?

Todo el mundo puede probar, naturalmente. Otra cosa son los resultados...

¿Qué opina de los que miran a los "best-seller" con recelo y por encima del hombro?

Que, en el fondo, seguro que les encantaría ser capaces de escribir uno. 

¿Siendo escritora de éxito se hace una decentemente adinerada?

Decentemente, usted lo ha dicho.

¿Cómo es un día en su vida cuando escribe? ¿Algunas rutinas?

Suelo salir a andar a primera hora de la mañana: una caminata larga en la que reflexiono, repaso mentalmente lo escrito el día anterior y planifico mi jornada de trabajo. Después me encierro en mi estudio y, con las naturales paradas, me mantengo frente al ordenador hasta las siete u ocho de la tarde.

No quiero olvidarme de Fausta, la solterona fácilmente enamoradiza. ¿No le dio pena este personaje? Pobre mía. 

Un poquito de pena sí, he de reconocer. Pero Mauro Larrea andaba desesperado y... en fin, tenía que haber alguna víctima colateral.

Los protagonistas no son precisamente jovenzuelos. ¿Los 50 son los nuevos 40?

Los 50 son los 50, una década estupenda. 

¿Qué echa de menos de cuando era más joven?

Se me ha olvidado ya.

Bodegueros en Jerez, ¿usted suele beber vino? 

Excepto por causa mayor, bebo vino todos los días para comer y cenar.

¿Cuándo le resulta más apetecible acompañar algo de una copita de jerez?

En el aperitivo de mediodía. O por la tarde-noche, al terminar de escribir.

Ambientas las novelas en otras épocas, años... ¿En cuál le hubiera gustado nacer a usted?

Me quedo donde estoy, gracias.

¿Qué ha sido lo más bonito que le han dicho de sus libros? ¿Y lo más feo, lo que escuece?

Me gusta oír a los lectores que mis libros les transportan a otros universos y les proporcionan ratos de felicidad. Lo más ingrato que ha dicho es que me hundiría como escritora tras el éxito sobrevenido de mi primera novela. Pero está visto que no tuvieron buen ojo, por fortuna. 

Definitivamente, Mauro sería mi tipo. 

Mil gracias. A mí también me encanta Mauro!

Noticia publicada en: Qué.es
María Dueñas: «Los libros hay que vivirlos, no preservarlos en formol» 3 julio

Nació en Puertollano. Es alta, muy esbelta y cercana, enormemente cercana. Estamos seguros de que nunca, ni en sus mejores sueños, había imaginado que un tal Mauro Larrea, otrora acaudalado minero de la plata y ahora en vía de ruina inminente, le iba a dar tanto juego (sobre todo de billar, ya lo entenderán). Así se llama el protagonista de su tercera novela: «Él es un tío y mi intención era crearlo así, que fuera solvente y creíble, fuerte pero no un témpano de hielo», explica Dueñas. Y no lo es. Porque Larrea, al que imaginamos de buena estampa, con el pelo entreverado de canas, barba escasa y maneras de quien tuvo retuvo, «conserva la doble faceta de ser por un lado un hombre primitivo, orgánico, que con la experiencia que le proporciona la vida sabe lo que es ser padre porque desde que enviudó ha cuidado de sus hijos. Sabe nadar en cualquier tipo de aguas», lo define. Larrea tiene dos hijos, una chica sensata y lista que le dará un nieto, y un bala perdida a punto de casarse del que no hace carrera. «Es un hombre atractivo, mucho, pero es padre y eso no lo olvida nunca. Muchas veces creamos a los héroes de nuestras novelas como versos sueltos sin ataduras ni compromisos. No es el caso de éste, porque él y Soledad Montalvo, y la gente más cercana a los protagonistas, son como cualquiera de nosotros. Las diferentes coyunturas que vivimos marcan nuestros destinos. Quería que Mauro fuera un padre porque es algo que no quita, muy al contrario, añade», dice Dueñas.

Siempre en cabeza del «top 10»

Desde que el libro salió a la venta en marzo (ya va por la tercera reedición) encabeza las listas de los más vendidos. Se mantiene así una semana tras otra. Ya le ocurrió con «El tiempo entre costuras», imbatible en un primer puesto que hizo suyo, y con «Misión olvido». Sira ha cedido el testigo a Mauro. La tirada que ha realizado Planeta para España y América Latina es de 500.000 ejemplares. Ha sido el libro más vendido en castellano en Sant Jordi. Hoy es uno de los reclamos de la Feria del Libro, que ayer inauguró Doña Sofía. «A la feria se viene a disfrutar y a encontrarse con los lectores, con gente que te quiere y te sigue. Para mí es un momento estupendo. No me canso nunca. Y hay fieles que cada año vienen a saludarme», y cuenta que desde que publicó «El tiempo entre costuras», varias madres con niñas llamadas Sira se acercaron a contárselo, embarazadas que desean que la niña lleve el nombre de su protagonista, incluso una pareja que había bautizado así a su mascota. ¿Y habrá un «baby boom» de Mauros? «Quién sabe», dice riéndose.

Asegura Dueñas que para que una novela literalmente te agarre por el cuello hay que dedicarle mucho tiempo y «tener técnica narrativa, estrategia. Empiezas a construir la novela con ese propósito en mente. Nunca me siento con la cabeza en blanco delante del ordenador. Pienso mucho en lo que quiero contar y en el ritmo para tener las ideas claras». El trabajo de documentación de «La Templanza», esa viña jerezana que gana el señor Larrea en una partida de billar de infarto, ha sido, comenta, exhaustivo: cada detalle de las calles, las plazas, los objetos que salpican las páginas, con su denominación en español y cómo se le llama en América Latina. ¿Una verdadera trabajera? «Es cuestión de tener agilidad al narrar pero que lo que se cuenta suceda en espacios seductores y para eso, el esfuerzo es dar forma y vida a esos ambientes. Hay que saber iluminar, fijarse y describir los sonidos, los ruidos de la calle, los olores y los colores que hay más allá de la acción», señala. Conviene recordar que María Dueñas es doctora en Filología Inglesa y profesora titular en la Universidad de Murcia, a donde no va a volver. Los libros, los que ella escribe desde hace seis años, qué poco tiempo, le han ganado la partida a la docencia: «No voy a volver a dar clases. Estoy instalada en este mundo», dice con aplomo. ¿Y se planteó que podría vivir de la escritura?: «Para nada, no lo pensé. Todo empezó a crecer y se hizo como una enorme bola de nieve. Y han pasado ya seis años. Pero yo sigo siendo la misma de siempre, no he cambiado nada. Sería una desgraciada si me quejara de lo que estoy viviendo». ¿Y lo de elegir el nombre de «La Templanza» es porque es una virtud que la adorna? «Tengo ya una edad y lo llevo de natural, jamás he sido una loca impetuosa».

Dueñas ha pateado las calles de México y La Habana, con zapato y pensamiento, uniendo ambas. Y ha sabido trasladar al papel el bullicio del siglo XIX. Está claro que el lenguaje no era el mismo que hoy utilizamos: «No se trata de reflejar cómo hablan ahora, sino cómo se expresaban antes. Y era consciente de que tenía que hallar el equilibrio para no caer en la pedantería porque es una novela lo que he escrito, no un ejercicio de virtuosismo. Tienes que ser consciente de que tu libro lo leerán en España, pero también Lima y en Buenos Aires, por tanto has de dejar lo farragoso y recargado de lado».

La partida de billar que antes citábamos es uno de los momentos clave de «La Templanza». Ella juega «normalito, como lo hemos hecho todos, además soy zurda, imagínate», confiesa. Y sigue con otra confesión: «Me costó la vida construirla. La documentación y el trabajo de escena fueron inmensos, con la gente que estaba por allí, las prostitutas, el ambiente tan cargado, la lluvia que cae fuera, la tensión irrespirable de dentro. Digamos que me lo trabajé bien. Me costó muchísimo, pero también fue complicado tejer los embrollos de los Montalvo, o plasmar las intenciones de Gustavo Zayas. Es una obra de ingeniería. Cuanto más alto es el reto, más satisfacción te llevas», señala.

Mañana será una de las reinas de la Feria: «Voy con un libro aún caliente entre las manos y confío en que todo vaya bien. Ilusión es la palabra para estos días. ¿Si me canso de tanta firma? Hay otros trabajos bastante más cansados. Y después está la actitud de los lectores, entre los que siempre descubres algo o a alguien. Te llenan, te preguntan, se confiesan». ¿Qué se van a encontrar en la Feria? «De pocas maneras se puede conseguir una mejor ocasión de evadirse y de disfrutar que con un libro. Yo le digo al lector que vaya, pregunte, elija, palpe, toque lo que necesite y que salga del recinto con un libro. Y que al llegar a casa lo lea. Esa es mi recomendación». No es mala. Dueñas lee en papel y también utiliza el formato digital, «indistintamente, aunque en los viajes prefiero el kindle. Ambos pueden convivir perfectamente. No tiene uno por qué suplantar al otro». ¿Y con qué señala las páginas cuando lee en papel? «Con todo lo que pillo: con un boli, con un ticket, doblando la página... porque son seres casi orgánicos y no hay que preservarlos en formol. Hay que vivirlos», dice en un tono suave. Confiesa que en su casa le desbordan todos los que tiene. Han ocupado parte, una parte que se extiende cada día, de su espacio vital: se erigen en torres desde las sillas, crecen hacia el techo en pilas interminables. La acompañan , «están ahí y se reproducen. Es mi medio natural. Cada uno de ellos ha tenido una historia y por eso está ahí conmigo, pero no soy ni mitómana ni fetichista».

Cuando llegan meses como el de junio, de promoción y firmas interminables, María Dueñas hace un paréntesis y recarga pilas: «Te separa del proceso creativo y hace que te desintoxiques y te abre la posibilidad de pensar en el siguiente proyecto», dice. Ve el panorama iliterario «bullendo porque hay mucho, bueno y variado, para todo los gustos y lectores». ¿Lleva bien que la consideren una superventas? «Lo llevo bien siempre que no se mezcle calidad con cantidad y que se piense que a más ventas disminuye la calidad de los escrito. Llegar al mayor número de lectores me parece estupendo. En El Retiro coincidirá con otros compañeros de oficio: Nos vemos, hablas con el que tienes al lado, pero no nos miramos de reojo con mala intención. Nadie va obligado». ¿Y que su nombre sea más grande que el título del libro? ¿Es porque María Dueñas es una marca? Mira el libro, piensa, sonríe y responde: «Puede ser, en efecto, un cierto reclamo de la editorial. Desde luego, utilizarlo me parece muy legítimo para que todos aquellos que han leído mis libros me identifiquen enseguida. Sí, me parece un reclamo muy legítimo».


Noticia publicada en: La Razón