Presenta ‘La templanza’, su nueva historia, aunque la autora estará siempre ligada a uno de los mayores éxitos editoriales y televisivos, ‘El tiempo entre costuras’
Como escritora lleva al lector por un mundo viajero, un mundo casi de aventuras y le adentra en historias muy diferentes. Está de promoción de La templanza, una novela que tiene tres escenarios: Jerez, Cuba y México. Tres localizaciones fundamentales para María Dueñas (Puertollano, 1964) al volver la mirada a la segunda mitad del XIX y situar a Mauro Larrea, indiano de origen vasco, en un universo donde las bodegas son el punto de partida de aventuras, amores y negocios.
Publica los libros exactamente cada tres años, es usted muy matemática en la producción literaria.
-Me voy estructurando casi como hacía en mi vida académica, en la universidad, siempre con organización y planificación. En cierta manera, esta organización la he trasladado a la escritura. Tiempo para investigar, para escribir, corregir y, por último, para promocionar el trabajo.
Comenzó escribiendo una historia de principios del siglo XX, su segundo libro está situado en la actualidad y con este da un salto al pasado, al siglo XIX.
-No lo tenía muy claro, me lo define el territorio. Quería volver al Jerez de los bodegueros y al gran comercio de vino con Inglaterra. Uno de los momentos de mayor esplendor fue hacia la mitad del XIX. Investigar lo que era el mundo de los clanes bodegueros y la exportación de vinos es lo que genera el resto de la historia que cuento: la emigración a América o el regreso del protagonista, el indiano Mauro Larrea.
Jerez, Cuba y México son sus tres escenarios elegidos para su nueva novela.
-Son envolventes, necesarios en mi novela. Son escenarios esenciales y una parte muy importante de mi historia.
¿Más envolventes en el XIX que en el XX o el XXI?
-Ahora siguen siéndolo, pero de una manera muy distinta. La carga de nostalgia que generan sobre cómo eran antes, resultan muy sugerentes para mí.
Jerez sigue teniendo ese punto de decadencia y nostalgia.
-Sí. Muchas de las bodegas se conservan, pero ese trajín bodeguero no existe. Muchas han desaparecido y otras se han industrializado. Es distinto. El mundo bodeguero y del vino de Jerez encierra muchas historias y pasiones.
¿Esta novela parte al observar usted a unos británicos bebiendo vino en un avión?
-Eso es como la anécdota que cuento. Siempre me ha gustado mucho la zona de Jerez y mi mundo ha sido la filología inglesa, por eso he tenido mucha relación con los británicos y he sabido de su afición por el jerez. Es un vino que ha tenido gran repercusión en su literatura: los personajes de Shakespeare, Chaucer, Dickens o Agatha Christie beben jerez. Es un vino que lleva ahí siglos y a mí me ha parecido muy atractivo.
Ha dejado sus clases en la universidad por una profesión tan inestable como la literatura, ¿no es mucho riesgo?
-Tengo la suerte de que al ser profesora titular y funcionaria, estoy en periodo de excedencia. Siempre puedes plantearte la vuelta; decir así adiós a las cosas siempre resulta más difícil.
¿Cree que volverá a enseñar?
-Lo veo difícil. Realmente, es un camino nuevo que se ha abierto después de veinte años en la universidad. Veinte años que fueron excelentes, interesantes y apasionantes, pero esta es otra puerta que se abre en la vida y por ella me dejo llevar.
¿Un alivio dejar la universidad?
-Lo que fue un alivio para mí fue dejar de hacer las dos cosas. Cuando llegó El tiempo entre costuras a mi vida, yo todavía seguía en la universidad y recuerdo un curso que tuve que combinar las dos cosas y aquello fue espantoso. No podía estar al cien por cien en ambos lugares, las clases y las promociones. Tenía la sensación de que me dejaba algo. Tenía que hacer mil cambios y pedía muchos favores. Así que dejar ese pluriempleo fue lo que resultó un alivio. La universidad fue un periodo muy grato de mi vida.
El éxito le asaltó por sorpresa. ‘El tiempo entre costuras’ llegó a los lectores sin promoción. Para muchos fue una recomendación del librero de turno.
-Fue un éxito que se produjo gracias al entusiasmo contagioso por parte de lectores, de libreros, de medios que os fuisteis haciendo eco. La respuesta fue espectacular. Yo era una autora desconocida, sin ningún contacto en el mundo del libro, arrancaba la crisis…
Un escenario muy desfavorable para publicar, ¿se le llama suerte?
-Puede que sí. Cómo iba a haber una promoción, si no me conocía nadie. Cuando salió el libro, yo estaba fuera. Me dejó tan sorprendida la repercusión como a los lectores la historia. Hubo una acogida fantástica desde el principio, era mi momento, de eso no me cabe duda. Es lo que me hizo pensar en seguir contando historias.
Tres millones de ejemplares de ‘El tiempo entre costuras’, medio millón de ‘Misión olvido’. ¿Cuesta después de un éxito como el primero pensar en más historias?
-Creo que al revés, te carga las pilas, te llena de estímulo para seguir trabajando, para crear nuevas historias, ver más allá del primer éxito.
Quizá muchos lectores pensaron en una continuación de ‘El tiempo entre costuras’ y no en ‘Misión olvido’.
-De hecho me lo pidieron muchos y muchos lectores pensaron que así sería y que se iban a encontrar con más aventuras de modistas y espionaje, pero yo quería romper con eso.
Un éxito en televisión, ¿no tuvo miedo de que la novela se adulterara?
-Para mí lo prioritario fue que los lectores no quedaran desencantados, no defraudarles y se consiguió. Hicieron una serie excelente, con mucho respeto hacia el libro, me comentaban cualquier cambio que hacían. Mercero y su equipo fueron extremadamente escrupulosos. Cada vez que había un cambio o una subtrama nueva que metían lo consultaban conmigo.
En Antena 3 dicen que una segunda parte de la serie depende de que usted quiera escribir una secuela de ‘El tiempo entre costuras’.
-De momento no lo veo, no veo la segunda parte de El tiempo entre costuras; no quiero cerrar puertas a nada en la vida pero no entra en mi horizonte volver a Sira.
¿No hubiera sido sencillo acomodarse y escribir una saga?
-No, segundas partes son muy arriesgadas…
Y nunca fueron buenas, dice el refrán.
-Exacto, no hubiera sido una continuación; era seguir sí, pero crear una continuación de la nada. La historia estaba más o menos resuelta. A mí me apetecía embarcarme en una aventura distinta.
¿Qué parte tienen sus libros de usted?
-Lo menos posible, intento que mi vida y mi personalidad no estén presentes, pero algo siempre se te escapa.